Ayer fui a ver a Álvaro Carmona al Teatreneu.
Fue la segunda vez que lo veo en directo y varios de sus chistes ya los conocía pero aún así sigue siendo igual de perspicaz, natural y ocurrente.
La idea del proyector pese a los fallos técnicos que molestaron más al protagonista que a la audiencia es un buen paso de interacción con el público.
¡Una gran alegría que le vayan bien las cosas! Continuaremos pendientes de todo su trabajo.
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