Ayer estaba en una tetería con tres amigos. Llegó una cuarta amiga bien contenta. ¿Por qué? Su móvil estaba en las últimas, perdía cobertura y se desintegraba sin remedio. No hace mucho, su compañera de piso en una noche de borrachera se hizo con la propiedad de un teléfono bien bonito cuyo dueñ@ había descuidado. Quiero aclarar desde aquí que rechazo todo acto criminal pero cabe recordar que no hubo intimidación ninguna. Volviendo al tema, llegó justo después de liberar el móvil. Antes de sentarse ya estaba cambiando la tarjeta encantada con su nueva adquisición. Cual fue nuestra sorpresa cuando al revisar las fotografías vimos a un niño casi recién nacido, imágenes de muchos de sus viajes e incluso del día de su boda. Nos pegó un considerable bajón. No sólo había perdido un aparato, también había perdido recuerdos inolvidables en su vida. La lectura que nos toca hacer es que alguien ha sacrificado los recuerdos de su vida para proporcionar a otra persona un nuevo elemento de comunicación. La vida a veces es una perra. Y recordar ir pasando periódicamente a algún soporte fijo todas vuestras fotografías importantes.
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