4 de junio de 2010

Reflexiones post-hongo

El día anterior, por la mañana, engullisteis los hongos alucinógenos traídos de Amsterdam, unos psilocybes (4 cabezas y 3 tallos de cada uno), y vuestras conversaciones tomaron un nuevo rumbo:

- Tienes dos cabezas.
- El armario está a punto de estallar.
- Estoy más colgada que una estrella.
- Quier ver una película, pero por qué, ¿es normal?
- Tardo tanto en comprender lo que me preguntas que ya es demasiado tarde para contestarte.
- En mi cabeza, no dejo de trabajar.
- Me he peleado con el minibar.
- Las babas de la blanca paloma no alcanzan al viejo sapo.
- Vuelvo a ser yo mismo.
- No me apetece nada ver porno. Aunque, bueno, de todos modos veámoslo.
- A vosotras, las chicas, hoy que daros motivos para que no nos dejéis.
- Odio las frases que empiezan por "odio".
- Tú me relajas.
- Sí, pero podría hacer algo peor: casarme contigo.

¿Sabéis cuál es la diferencia entre los ricos y los pobres? Los pobres venden droga para comprarse unas Nike mientras que los ricos venden Nikes para comprar droga.


Frédéric Beigbeder me tiene enganchado.

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